sábado, 21 de diciembre de 2024
Cómo afrontar el duelo por la pérdida de un ser querido
Mujer sentada en habitación oscura con los brazos cruzados afligida por la pérdida de un ser querido

Cómo afrontar el duelo por la pérdida de un ser querido

La muerte de un ser querido es una de las experiencias más dolorosas por las que podemos pasar. Perder a alguien a quien amamos profundamente deja un gran vacío en nuestras vidas y nos sumerge en un profundo sentimiento de tristeza y nostalgia.

El duelo es el proceso natural de elaboración de la pérdida. Cada persona vive su duelo de una manera única y a su propio ritmo. No hay una “forma correcta” de sobrellevar la muerte de un ser amado. Sin embargo, existen estrategias que pueden ayudarnos a transitar este difícil camino de la mejor manera posible, según expertos.

Permitirse sentir la tristeza y expresarla

Lo primero es validar y aceptar todo el abanico de emociones que experimentamos. La tristeza, el dolor, la rabia, el miedo, la culpa, la angustia, la soledad. Todas son reacciones normales ante la pérdida. No debemos reprimir lo que sentimos ni pretender estar bien cuando no lo estamos.

Llorar cuando lo necesitemos también es parte del proceso y nos ayuda a liberar tensiones. Asimismo, expresar nuestros sentimientos y pensamientos con personas de confianza, ya sea hablando, escribiendo o a través de otras formas creativas, facilita la elaboración del duelo.

Permitirse vivir el dolor “a oleadas”

Otra estrategia útil es entender que el dolor por la muerte de un ser querido no se experimenta de manera lineal. Puede ir y venir en oleadas, con días mejores y peores. Habrá momentos en los que nos sentiremos más vulnerables o nostálgicos, por ejemplo, en fechas significativas, eventos especiales o incluso aparentemente sin motivo.

Validar estas fluctuaciones emocionales sin juzgarnos es importante. No existe un tiempo determinado para superar el duelo, cada quien tiene su propio ritmo. Ser pacientes y compasivos con nosotros mismos es clave.

Mantener viva la memoria de la persona fallecida

Aunque la persona que perdimos físicamente ya no esté, sus recuerdos pueden reconfortarnos y ayudarnos a mantener el vínculo. Hablar de ella, mirar fotos, escuchar su música favorita, visitar lugares especiales que compartimos, cocinar sus comidas preferidas o continuar tradiciones que teníamos con ella pueden ser formas de tenerla presente.

Asimismo, hacer un álbum, un libro o un diario de memorias, plantar un árbol en su honor o crear alguna otra forma de memorial que represente el legado de su vida son maneras significativas de procesar la pérdida.

Cuidarse física y emocionalmente

En medio del dolor, es fácil descuidar nuestra salud y bienestar. Sin embargo, es importante tratar de dormir y comer bien, hacer algo de ejercicio, evitar el abuso de sustancias y rodearse de actividades que nos reconforten.

También es útil expresar nuestras necesidades a los demás, pedir apoyo cuando lo necesitemos y establecer límites saludables, como tomarse tiempo a solas si se requiere. La meditación, la terapia grupal o individual y otras prácticas de autocuidado pueden ser muy beneficiosas.

Redefinir nuestra identidad y propósito

La muerte de un ser amado también representa la pérdida de una parte de nosotros mismos. Puede haber una sensación de vacío sobre quiénes somos ahora y cuál es nuestro lugar en el mundo. Darse tiempo para reexplorar intereses y actividades, y cultivar relaciones con otros, nos ayuda a reconstruir gradualmente nuestra identidad.

Asimismo, hacer una lista de metas, comenzar nuevos proyectos que tengan un propósito significativo u otras formas de reorientar nuestra vida pueden aportar una sensación renovada de dirección. No se trata de “remplazar” a nuestro ser querido, sino de reconocer que él o ella querrían vernos crecer.

Permitirse pedir y aceptar ayuda

Para muchos, uno de los desafíos más grandes del duelo es aprender a vivir en un mundo sin la persona fallecida. Solicitar apoyo práctico y emocional puede facilitar la adaptación a esta nueva realidad.

Ya sea un grupo de apoyo, terapia profesional, familiares, amigos o servicios especializados; contar con redes de contención y no tener miedo de apelar a ellas nos fortalece. También es importante ser pacientes con nuestro proceso y con los demás.

Encontrar sentido en medio del dolor

Aunque pueda parecer imposible, muchas personas encuentran en su camino de duelo algún sentido más profundo, una forma de homenajear el legado del ser querido o, incluso, un deseo transformado de ayudar a otros.

Actividades como el voluntariado, crear una fundación con un propósito significativo u otras formas de transformar el dolor en un bien mayor para los demás o para nosotros mismos, pueden surgir con el tiempo. Cada uno lo hará a su modo y no debe forzarse, pero a menudo emerge de manera natural.

Entender que hay una “nueva normalidad”

Procesar una pérdida significa, en definitiva, aceptar una nueva realidad y una nueva versión de nosotros mismos. El ser querido fallecido ya no está físicamente, pero sí está en nuestra memoria y en nuestro corazón. Y su amor nos ayudará a transitar esta etapa y a reinventarnos.

Gradualmente se instala una “nueva normalidad”, donde aprendemos a convivir con la ausencia. Los momentos dolorosos no desaparecen, pero se vuelven más llevaderos. Reír y disfrutar la vida de nuevo no significa olvidar ni ser desleales; es parte de reencontrar un sentido de equilibrio.

Pedir ayuda profesional cuando sea necesario

Si bien la mayoría de las personas logran elaborar su duelo de manera saludable con el tiempo, algunos pueden necesitar ayuda terapéutica adicional para manejar emociones abrumadoras.

La terapia con un psicólogo puede ser muy útil si se presentan dificultades prolongadas como depresión grave, pensamientos suicidas, ansiedad incapacitante o abuso de sustancias. No temas pedir este apoyo profesional, es un recurso válido.

Confía en tu propio proceso y ritmo

Más que medidas específicas, lo que realmente nos ayuda a transitar el duelo es cultivar la aceptación, la compasión y la paciencia con nosotros mismos.Validar lo que sentimos, expresarlo y buscar sostén cuando lo necesitemos.

No hay un tiempo “correcto” para sanar. Avanzaremos a tropezones, con avances y retrocesos. Pero gradualmente nos adaptaremos a la pérdida a nuestro propio ritmo. Y un día, sin prisa, nos reencontraremos con la capacidad de disfrutar y seguir creando hermosos recuerdos y vínculos.

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